Afuera la mañana comienza otra vez.
Los pájaros me lo recuerdan de antemano.
Los primeros autos,
la ciudad que lentamente se despereza.
Rumor de horas tempranas
y el silencio partido al medio
por la esperanza absurda
de otro día que comienza.
Ya vendrán en lúgubres bandadas
a acariciar mis cortinas
los rayos del sol.
Y con ellos la certeza de la noche terminada.
Afuera estarán de nuevo, lo sé,
los mismos miedos,
mientras el día avanza.