Ya no importa
escribir
el mejor poema.
Con solamente
escucharte
respirar.
La noche no quiere abandonar
su vuelo errático
de pájaros cansados
que desangran
los postigos
y las veredas.
Mujer mía
hay una cosa
entre tus dedos
de luz
parecida
a las caracolas de sueño
que asolan la ciudad
descalza
cuando aprieta el invierno.