De donde mires
la cosa del silencio
está en las voces que se callan,
y el martirio
del café por la mañana del domingo
y deambular una plaza mirando al cielo.
Y no escuchar nada.
Ni las bocinas,
ni los pájaros,
ni escucharme.
Poder descansar la cabeza,
entre las manos del otoño.
Olvidar,
un momento.
Un minuto nomás, perderme de todo.
Y encontrar
por un instante
la paz.
Saber la nada,
poseer el infinito.