Apago la brisa,
cierro los ojos
a los subterráneos un momento.
Espero,
sonreír al final del cuento.
Y un ramo de jazmines
en un balcón cualquiera.
Qué decir del ocaso
desgranado en agujas tristes que avanzan?
Qué puedo saber de esquinas
y de distancias?
Ahora voy a inventar la luz de un barrilete
en la costanera desnuda de atardecer
y palabras que no alcanzan
a llenar las grietas de muros derrumbados.
Para que entonces se despierte
el amanecer
y me envuelvan
las guirnaldas oscuras de la mañana.