Hoy estoy triste. Y salgo a vender este montón de nada por los pasillos de los edificios, y las plazas sin pájaros y sin hombres.
Entonces viene la reconciliación de los besos falsos. La memoria no se compra ni se pierde las noches de tormenta.
Quiero volver a mirar por la ventana flores violeta y sentirme en casa. Y no vacío, con gusto a resaca y ceniza.
Quiero llamarte por teléfono y gritarte hija de puta.
Pero no sirve para nada.
Nunca sirvió.