A J.
Lluvia sabiéndote inescrutable
dormida y sin embargo.
Cuántos vuelos habra hasta tus manos
que pasen por la avenida de la esquina?
Que la mañana me encuentre tu sonrisa en el cajón de los libros.
Y así tal vez valga la pena
haber roto las noches a los gritos
y los corredores del espanto.
En la ventana el viento
mira los besos que no te estoy dando.