Es que cuando la tarde pierde el gusto a sangre
y tu sombra me pesa en la espalda
yo quisiera salir corriendo por una glorieta
y cargarte en un barrilete celeste.
Lejos, lejos de todo, hasta de nosotros,
de lo que fuimos, para ser otra cosa.
Pero las horas se vuelven complicadas en tu silencio.