Hay una luna llena amarilla y terrible
como el ojo de un cíclope al acecho.
Y la certeza hundida
junto a los lentos guijarros del ocaso.
Has de saber la receta, el cataplasma ignorado
de tus ojos que arden como fuegos fatuos.
Cuando la sombra se inunde de tu nombre
atroz,
como los geranios,
el rocío te desnudará
las palabras despacio.