Monday, April 6, 2009

Era un poema de amor

Cuando se desprende la sonrisa
y llega la tarde
con su tropel
interminable de sombras que se alargan.
Cuando miro el cenicero vacío
y no me importa
la ausencia material del tabaco.
Son las nueve en algún lugar
y está la ciudad partida
en mitades repugnantes de cielo.
Hundiría mis ojos en las cortinas blancas
para no ver otra noche desgranarse con el día.
Y de nada va a servir,
lo sé,
que inventen cosas que nadie dijo,
unos mudos de salón con bufandas verdes.