Despertando de un sueño terrible
las agujas verdes
el saco tirado
sobre la mesa.
La madriguera de pensamiento
se va llenando
de aguas vivas
que no callan.
Y de los ojos que parecen candelabros
sale un fulgor maligno:
la cinta magnética
interminable
del recuerdo.
Han roto las ventanas,
apagados los relojes.
Inundaron
todos los sótanos
y las escaleras.
Después los vi alejarser
en grandes bandadas celestes
tras una botella.