Saber que las palabras
hacen fila india entre los viejos muros.
¿A qué destilar estos maullidos tremendos
con todo el desencanto de una brújula?
Nada valida el silencio
cuando la pleamar de recuerdos aparece
entre los trapos de piso
y las quimeras idiotas de Septiembre.
Sin más alba que el acecho,
y los resabios, muleta rota de los días
a caballo de susurros y trompetas
estridentes en la plaza.
Abran las ventanas para que entre
la sombra fosforecente de la tarde
y la humedad dé un respiro a los roperos
y los pantalones, llenándose de hongos
simplemente en silencio.