Acá vienen a parar
las letras de tu nombre
entre los libros y las colillas.
Y por saber quién sos
hubiera enloquecido
de horror entre magnolias.
Y sin embargo es una masa nebulosa
la parva elemental de los días
que se acumulan delante de mi puerta.
El viento de la tarde
lame las baldosas prolongando la agonía.
El suplicio de esperar
es tan perfecto
como saber que existís y no te veo.