Trasnochando el boulevard,
el recuerdo de tu voz a cuestas.
Apenas unos autos,
la luna ya se escondió por el Oeste.
Y acaso los besos que no te di esta noche,
te los pueda dar un mediodía.
El vacío de esta hora
colmado por el anhelo de tu cuerpo.
Vendrá la mañana,
con su carretilla de ruidos,
y pasos de carcelero
trayendo la inexorable condena de otro Lunes.
En la otra sombra,
mientras resisto el silencio del cuarto,
habrá un lugar en la almohada
fatalmente vacío.
Y por mi ventana que apunta al sudeste,
voy a mandar imperfectos emisarios.
Versos que no sirvan de nada
para que mueran
en tus labios.
Saturday, October 24, 2009
Tuesday, October 6, 2009
Los mismos miedos
Afuera la mañana comienza otra vez.
Los pájaros me lo recuerdan de antemano.
Los primeros autos,
la ciudad que lentamente se despereza.
Rumor de horas tempranas
y el silencio partido al medio
por la esperanza absurda
de otro día que comienza.
Ya vendrán en lúgubres bandadas
a acariciar mis cortinas
los rayos del sol.
Y con ellos la certeza de la noche terminada.
Afuera estarán de nuevo, lo sé,
los mismos miedos,
mientras el día avanza.
Los pájaros me lo recuerdan de antemano.
Los primeros autos,
la ciudad que lentamente se despereza.
Rumor de horas tempranas
y el silencio partido al medio
por la esperanza absurda
de otro día que comienza.
Ya vendrán en lúgubres bandadas
a acariciar mis cortinas
los rayos del sol.
Y con ellos la certeza de la noche terminada.
Afuera estarán de nuevo, lo sé,
los mismos miedos,
mientras el día avanza.
Monday, October 5, 2009
El latido de las grietas
Esta noche la primavera chorrea perfume de jazmines
y las dalias muertas en el patio hacen legión
junto a las palabras que olvidamos.
Tendría que tener la risa atragantada de lápices
para poder cerrar los ojos y no ver nada.
Mirar la tinta corrida por la lluvia,
el recuerdo y su risa falsa.
Acaso baste cubrir la sombra con la claridad idiota del día.
Y otra vez atreverse a despreciar la luna llena.
Solamente las bocas que callan, y los dedos que tocan
los pétalos mustios que esconde la memoria.
Hay una esquina atravesada de nuncas.
El latido de las grietas
que ignoramos
hace llorar de rabia a las ventanas.
y las dalias muertas en el patio hacen legión
junto a las palabras que olvidamos.
Tendría que tener la risa atragantada de lápices
para poder cerrar los ojos y no ver nada.
Mirar la tinta corrida por la lluvia,
el recuerdo y su risa falsa.
Acaso baste cubrir la sombra con la claridad idiota del día.
Y otra vez atreverse a despreciar la luna llena.
Solamente las bocas que callan, y los dedos que tocan
los pétalos mustios que esconde la memoria.
Hay una esquina atravesada de nuncas.
El latido de las grietas
que ignoramos
hace llorar de rabia a las ventanas.
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